Quería ir a un japonés, pero no quería uno de los ultra-caros ni tampoco a las múltiples franquicias que ahora aparecen por todos los lados como si fueran setas... dando vueltas y más vueltas me dicen: ¿Por qué no lo intentas en Naomi? Lo único que pasa es que nunca hay sitio".
Yo recuerdo haber ido estando en la carrera... así que lleva abierto ya unos cuantos años.
Por si sonaba la flauta llamé, era un miércoles a las nueve de la noche. Me dijeron que me hacían un hueco a las diez y media... así que allí nos plantamos.
Es como si fuera el salón de tu casa, bueno, de una casa japonesa, o lo que yo supongo que será el salón de una casa japonesa.
Me gustó todo lo que pedimos y, además, mantiene una relación calidad -precio extraordinaria.
La verdad es que sigue mereciendo mucho la pena (y eso que hay que hacer malabares para conseguir mesa, que parece mentira que fuera la hora que era y aquello estaba en plena efervescencia).
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